lunes, 27 de diciembre de 2010

El peor regalo de Navidad (One Shot)


Siempre creí que aquel tipo de cabellos negros me caería mal, pues cuando lo conocí era un estúpido vanidoso arrogante, que no pensaba en nadie más que no fuera él y su grupo de amigos… aquellos se hacían llamar Arashi.
Lo conocí un día de verano.
Era una fiesta en casa de mi padre, el embajador de un Suiza en Japón. Como era de esperarse, múltiples celebridades iban a este lugar entre ellas, un hombre japonés, de edad avanzada llamado Johnny Kitagawa.
No me enteraba mucho de las cosas pues en realidad tenía solo 18 años y lo único quería en ese momento era divertirme. De hecho, tampoco me gustaban los japoneses, los encontraba escuálidos comparados a los hombres de Suiza.
Entonces los vi, ellos estaban cantando en nuestra fiesta, y ese hombre de cabello negro y de gran sonrisa, comenzó a caerme mal en el instante que lo vi.
Por otra parte había otro más bajito que tenía una sonrisa sinceramente adorable, y otro que parecía más maduro para su edad, ese era el que rapeaba. Luego enfoqué mis ojos en el menor, o eso me pareció. Su cabello corto y peinado de un estilo parecido a un yankee me hizo reír por un momento, y había otro que se equivocaba en alguno que otro paso de la coreografía, ese me miraba a los ojos cuando cantaba y yo solamente le sonreía y lo saludaba con un asentimiento de cabeza.

El señor Kitagawa se acercó a mi junto a mi padre y los cinco chicos que antes cantaban en el pequeño escenario.
- Liliane, quiero presentarte al grupo sensación de Japón en estos momentos, ellos son Arashi.
- Un gusto – Mi sonrisa social creo que dispersó mi apatía por el pelinegro, de todas formas, ya estaba acostumbrada a ello. – Soy Liliane Bloch – Alce mi mano y los cinco se pusieron en fila.
- Satoshi Ohno – Se presentó el primero besando mi mano y sin mirar mis ojos, y se fue hacia un lado.
- Sho Sakurai – Se presentó el chico que parecía maduro, también besándome la mano y con una sonrisa en el rostro, realmente era un galán.
- Kazunari Ninomiya – Otro beso a mi mano fue otorgado, esta vez por un chico con una sonrisa adorable, estaba segura que en su interior se encontraba un hermoso ser.
- Masaki Aiba – Era el cuarto y el penúltimo, besó mi mano como los demás y miró mis ojos con una coqueta sonrisa. Al final solo le pude contestar con una sonrisa de igual manera.
- Jun Matsumoto – Se presentó el ultimo besando mi mano, con una sonrisa de medio lado, y una mirada arrogante.
- Un gusto – Mi sonrisa social seguía permanente, no iba a dejar que ese chico me molestase.

La fiesta ese día transcurrió con normalidad. Yo conversaba con algunos, y con otros simplemente me sonreía, teniendo la imagen de “una buena chica” frente a una sociedad japonesa.

Después de ese primer encuentro vinieron muchos más. Fui invitada a múltiples fiestas, de artistas, otros hijos de embajadores, y la mayoría de las veces ellos también se encontraban en el lugar. A veces era dos, otras veces tres y otras veces los cinco, pero quien nunca faltaba a mis encuentros era el señor apodado como “MatsuJun”

No se en que momento nos acercamos a hablarnos, me parece que fue para mi cumpleaños, en marzo, cuando mi padre les pidió que cantaran para mi. Ahora cumplía 21, y sabía que ellos aun me miraban como si fuera una niña.
Al bailar con ellos comencé a conocer sus personalidades. Sho era serio con las cosas, y se cohibía con facilidad, en cierta forma me parecía tierno el como trataba de hacer las cosas a su modo y siempre tenía algún inconveniente.
Nino, comencé a llamarlo Nino por la costumbre que los demás tenían. El era mas bien reservado, sin embargo alegre, alegremente negro. No podía dejar ese sentido del humor de lado, era un pequeño diablillo después de todo, pero, con un alma gigante.
Ohno era reservado, no hablaba mucho pero observaba bien, después de un tiempo me di cuenta que era una persona que se preocupaba por los demás y se confundía con facilidad, ello le generaba problemas, por eso comencé a ayudarlo con su vida amorosa.
Masaki era un chico lleno de vitalidad y alegre, a veces hipócrita y tratando de sacar un lado genial que realmente no tiene, ese chico realmente me hace reír.
Y Jun, pues Jun era el tipo de persona que se enamora con facilidad, que se apega a esa persona de la que se enamora y hace hasta lo imposible por arreglar horarios para que coincidan, ese tipo de persona, preocupada, y tan persistente en la conquista me hizo dudar y me hizo darme cuenta después de unos meses que me gustaba.

A veces salía con uno o con otro, y por alguna razón siempre me preguntaban acerca de lo que debían hacer con cierta chica.
Así fue como me enteré de que Sho salía con Maki, aunque a ella le gustaba otra persona, me enteré que Ohno era un mujeriego y que sólo se había enamorado una vez. Que Nino había terminado con su novia y que se veía a escondidas con su amante, y que Jun…
- Estoy liado con una mujer mayor, es casada. – Me cayó como un balde de agua fría.

Me había sacado a beber helado cuando me lo dijo, y allí, ya no podía ser racional, ni siquiera podía sostenerme en pie, por lo que tuve que sentarme para digerir la información, y de paso el sabor del helado.
- ¿Y quieres que te diga algo? – Oculté mi tristeza tras una sonrisa fingida, pues en realidad me dolía demasiado.
- Sip, veras… ella ha pedido permiso en su trabajo y vendrá para navidad, y no sé que regalarle.
- Un collar, las mujeres aman las joyas – Le respondí sin mas, sin siquiera mirarlo.
- Pero un collar es muy común – Respondió mirando la hora.
- Hum… ya que eres artista, ¿por qué no le escribes una canción? – Sugerí como idea aun tomando mi helado sin desviar mi mirada de una tienda de ropa, sin ver nada exactamente.
- Eso no quiero volver a hacerlo, ya sabes… mucho lio, poco tiempo… y…
- Y no tienes cabeza para ello, lo entiendo a la perfección. – Reí un poco ante la mirada atónita de mi amigo. – Hazle algo, una cajita para que guarde sus cosas, a veces eso agrada mas, porque vez la sensibilidad en ese hombre especial.

Jun se me quedó mirando un momento, y luego me pidió ayuda para crear ese “joyero” hecho por sus manos.
Me dolía, me seguía doliendo pensar que aquellas manos que tantas veces tomé, harían un regalo para esa persona que no lo merecía en realidad. Jun prácticamente, era un pequeño al lado de esa señora.

Nos fuimos a su departamento y comencé a buscar cajas y materiales que el podía tener, como género y algodón con algo de hilo y aguja.
Le di las instrucciones a Jun para que hiciera una cajita de un tamaño considerable, mientras yo medía el género y lo cocía.
- Creo que la canción era mejor –Rió a modo de broma y me puso la mano en el hombro, para después abrazarme. – Ya acabé.
- Yo también – Le tome la mano y le pasé la tela. – Aquí tienes – Era una tela de un hermoso color morado, de terciopelo, realmente me gustaba, pero no era para mi.

El regalo estuvo listo por fin el día 24 en la tarde, y ese mismo día yo daría una fiesta en mi casa.
Estaba ansiosa, pues todos irían, desde los chicos de la agencia Johnnys hasta los actores mas reconocidos, e hijos de ministros.
Hubo una cena, un pastel, y hasta fuegos artificiales.
Habíamos jugado entre algunos al amigo secreto. Nos reunimos en el segundo piso, en un cuarto que solo tenía una alfombra e hice que los invitados se sentaran en unos cojines.
Me había tocado Yuu Shirota, al que le regalé una carta de la amistad. No es que no fuera de las que gastan, sólo no me parece que el dinero fuese lo más importante, pero como en Japón todo es distinto y la navidad no es más que comercio, le regalé una bufanda en azul y gris.
Mi amigo secreto era Sho, y agradecía que hubiese sido el. Cuando vi la caja y los pendientes, casi no me lo creo, porque eran bonitos, y caros, incluso medio un poco de pena recibirle.
A Jun le había tocado Masami. A ella le compró el collar que originalmente le iba a comprar a su novia.
Y el amigo secreto de Jun era Kazuya Kamenashi. Me sorprendió que le regalara una camisa, y más una vistosa, supongo que Kamenashi fue el único que se dio cuenta de lo mal que se vestía Jun.

Las doce campanas sonaron y cada uno comenzó a abrir los regalos que estaban bajo el árbol, y así nos ocupamos hasta las 2 de la mañana, momento en el cual muchos fueron a los cocteles, a tomarse una copa o simplemente fumarse un cigarrillo, por lo que todos estaban dispersos por la casona.

Bajé las escaleras para poder buscar a Jun, y cerca de ellas, al lado del gran ventanal estaba el con su mujer.”Su mujer”. El dolor en mi seguía incesante.
Miré hacia donde estaban, sentándome en las escaleras, escondida detrás de la gran maseta que me cubría.

- Yo…te hice esto….
- ¿Eso? ¿Para que voy a querer yo eso?
- Es un regalo de navidad… - De pronto vi en Jun un rostro decepcionado, y mi corazón se encogió.
- No lo quiero, Jun… la verdad es que solo vine a una cosa a esta fiesta, la verdad es… que aun eres un niño, no puedo estar contigo. Tengo mis hijos, y mi marido, lo siento – Acarició la mejilla de Jun y le dio un beso –De verdad no podemos seguir así.
- Si eso es lo que quieres – Jun fijó su mirada en el suelo y apretó sus puños, estaba segura que se echaría a llorar – Entonces está bien, terminemos.

Vi como mi amigo se daba media vuelta, aun con la cajita en su mano derecha y con la cabeza en alto.
No podía más, tenía que seguirlo. Miré horrible a aquella mujer y salí corriendo tras Jun. Pensé en hablarle en ese momento, pero me arrepentí cuando vi que seguía caminando hasta el final del patio.
Había un cuarto vació en ese patio y se metió dentro.
Lo seguí con cuidado e incluso me apoyé en la puerta. Desde afuera escuchaba los sollozos y mis propias lágrimas comenzaron a salir.
No pude hacer nada, el día que se supone sería uno feliz para la persona que me gustaba se convirtió en uno fatídico.
Siempre pensé que este chico pelinegro me caería mal, pero… sin quererlo, terminó siendo un amor de los que no se olvidan.

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